La tripulación

La lucha por el alunizaje y la colonización a otros planetas similares a la Tierra se volvió costumbre entre la NASA y otras empresas independientes en todo el mundo. Incluso en SpaceX hicieron un modelo a escala de un exoplaneta habitable que fue divisado por el observatorio espacial Kepler (al menos mientras este estuvo operativo hasta el 2009).

            Estudiantes de astrofísica de la Universidad Nacional de Asunción fabricaron un cohete con propulsión a base de espumas poliméricas de hidracina y con un compuesto novedoso que trajeron de Rusia para ampliar el despegue y su tracción.

            Respecto a la primera prueba, el cohete propulsado fue testeado con un maniquí dentro y que tenía como nombre del piloto paraguayo Silvio Pettirossi. El cohete, tras tres semanas enteras de simulación había sobrepasado las pruebas con bastante éxito y a partir de ahora iban a fabricar una nave espacial a escala real; la idea inicial era para cien tripulantes y que se dará a conocer el motivo a continuación.

            Los tripulantes eran conscientes que éste sería el último viaje de sus vidas, porque el exoplaneta descubierto estaba a 4.5 millones de años luz y para llegar fuera de la vía láctea, tardarían casi un milenio y para que tuvieran éxito, el viaje tendría que ser generacional. Es decir, para llegar al nuevo mundo, los tripulantes deben convivir dentro de la nave, tener hijos y estos hijos, tendrían que tener sus propios hijos, hasta por seis generaciones enteras, todo esto para llegar a destino y descubrir si alguna vez otras personas podrían colonizar estos nuevos planetas descubiertos.

            Era la única forma de llegar a destino (exploración generacional) ya que la criogenización no era posible a nivel celular y aún no había métodos para mantener a los tripulantes congelados por tanto tiempo, como se hacía creer.

            Además, existían otras opciones que se les pasó a los científicos por sus mentes y era, fecundar óvulos in vitro. Por supuesto, dentro de la nave debían instalar un laboratorio junto con los médicos encargados para las operaciones y demás experimentos.

También debían fabricar un traje especial para introducir a dos personas para que mantuvieran relaciones sexuales allí dentro. Ya que, por la falta de gravedad, se dificultaría un poco, ya que el impulso de una de las parejas se desprendería del otro ante el intento de unirse y nunca llegarían a copular por ese motivo.

            No conocían de otros métodos actuales ni tampoco se podrían teletransportar para saber si la exploración o la colonización sería un éxito.

            A pesar de que la ciencia no descansaba, siempre se encontraban con contratiempos reales para poder avanzar.

            Sin embargo, pese a todo, hubo miles de interesados ante el llamado para la misión, «tal vez por el dinero antes que el reconocimiento», pero sin importar la razón personal de cada uno, los astrofísicos y estudiantes consiguieron lo que querían y era, a la tripulación para el proyecto Andrómeda.

            Las sensaciones dentro de la nave simuladora provocaban renglones de fantasía y un impulso analítico para dejar huellas en los anales de historia. Cada uno tenía circunscripto su deber como pseudo astronauta, sobre todo, estaba implícito esa humanidad en el proyecto de exploración galáctica.

            La nave, de treinta metros de largo y veinte de ancho tenía dispuestos dentro: habitaciones con todas las comodidades, comedor y alacenas repletos de productos pre cocidos y deshidratados, también el laboratorio junto con los doctores asignados y, en cada uno de ellos la esperanza de ser parte de algo único en aquella fascinante exploración.

            Los tripulantes además debían enfrentarse con partículas estelares de baja densidad y, sobre todo, la alta radiación solar fuera de la órbita terrestre.  No obstante, pese a todo negro pronóstico que pudiera existir, estaban convencidos que harían historia y partirían bajo esa única premisa.

            Una vez hubo llegado el día, el despegue fue trasmitido en vivo y en directo por canales nacionales e internacionales. Todos vieron como la nave iba ahora con destino al exoplaneta CentTerra32.

            Mientras tanto, desde la sala técnica, los astrofísicos y astrónomos a cargo, se abrazaron y con vítores congratularon esta anecdótica nueva misión, sobre todo, a los tripulantes que harían posible todo esto.

©2024 Marcos B. Tanis.

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

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