El pacto

Por las noches se oían a las aves del gallinero que, parecían inquietas y cuando mi abuela se levantaba para revisar qué ocurría, solo hallaba plumas y sangres esparcidas por el suelo. Hasta que una noche cualquiera, vio que era una comadreja la que causaba zozobra en aquel sitio, y para colmo, la comadreja solo se dejó ver una vez, después empezó a ser más astuta.

            Cansada de perder a sus animales al dos por tres, se animó a hacer algo que nadie en su sano juicio se animaría a hacerlo.

            ¿Quién por ejemplo no ha oído sobre El señor de la noche?, puedo asegurar que muchos los habrán oído en alguna ocasión o leído por ahí, pero no todos se animarían a confrontarlo.

            —Sé que estás ahí, escuchándome —dijo en guaraní, quizá imaginando que todos los seres mitológicos o sobrenaturales eran políglotas.

            Tras invocar su nombre, sintió la extraña presencia de aquel ser mitológico, lo supuso por el pútrido aroma que ocupó el lugar.

            Era en el conticinio de la noche. No hubo contestación alguna.

            » ¿Por qué no hacemos un trato? —se dirigió al señor de la noche—, si tú alejas a ese animal del demonio, puedes comer los huevos del canasto todo lo que quieras —ofreció como su mayor ofrenda mundana.

            » De esa forma, ambos nos beneficiaríamos —al menos, para ella era una magnífica idea y solo rogaba que el pombero la oiga.

            Escuchó unos pasos tras de sí y a continuación, un lenguaje indescifrable, con una carga semántica en la letra ese, como si arrastrara esa voz sibilina y, por último, el silbido agudo que fue extinguiéndose en la oscuridad de la noche.

            Esa es la anécdota que nos cuenta mi abuela cada que la visitamos en aquel recóndito lugar, se podría decir que se siente orgullosa. Más aún que, según ella, después de aquel pacto entre dos especies muy diferentes, ya no halló a ninguna ave muerta, solo

cascarones con una pequeña abertura donde (posiblemente), el señor de la noche, succionaba lo que había en su interior.      

Para serles sinceros, a mí me da repelús oírla, mientras que ella, optimista, sabe que su solicitud funcionó y no solo ahora protegerá a las gallinas, sino también a ella… desde aquella vez.

© 2023 Marcos B. Tanis.

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

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