Algo sucede

Como escritor, necesitaba una historia que se convierta en un best seller y se me ocurrió alquilar una cabaña que esté lo suficientemente alejada del núcleo de la ciudad. Apenas llegué al sitio, todo parecía compaginar con lo que quería lograr y lo que necesitaba para hacerlo.

            Las paredes tenían un color grisáceo, casi lúgubre, el piso era de madera y cuando caminas, parece resquebrajarse. Incluso el frondoso árbol del patio trasero pareciera cobrar vida propia con sus ramas inquietantes y más aún, cuando el viento provoca un sonido fantasmagórico cuando choca con él.

            Bromeé con el dueño que no era para tanto y éste me dijo que cuando se desea con vehemencia, todo sucede. No pude contradecir su análisis y solo me quedó gesticular con acierto.

            La casa está equipada con todo lo necesario para habitar, de modo que para mí fue suficiente traer mi notebook, agendas, recortes de diarios y unas ganas enormes de escribir un buen libro.

            Me instalé en lo que sería la sala, lo primero que hice fue extender el mantel, sustraje luego mi bolígrafo de la buena suerte, acto seguido encendí mi computadora y acerqué mi copa de vino.

            Siempre para iniciar una historia, cuesta; esta vez no fue la excepción. Sin embargo, conforme pasaba los minutos y las horas, la historia iba cobrando fuerza. Mi personaje principal es Atenea, una muchacha que aparece en una cabaña y no recuerda cómo llegó allí. Tiene fotografías de lo que parece ser su familia, tiene alimentos, la chimenea está con leñas y hasta tiene un perro que se aproxima a ella, pero todo lo que posee no parece pertenecerle y eso debe averiguarlo.

            Empiezo a bostezar, ni siquiera me había percatado la hora que era, solo me doy cuenta de este conticinio cuando culmino el capítulo 2.

            Salgo al patio para fumar un cigarrillo antes de dormir, por un momento me distraigo con una figura de madera colgada en la pared en el exterior de la casa. Me aproximo para ver de qué se trata, es extraño, no recuerdo haberlo visto antes…

             Doy largas caladas a mi cigarrillo para apurar las horas.

            Para asegurar que estoy solo, me asomo a la ventana y hago a un lado la cortina para mirar hacia el patio. No hay más que sombras en la noche y una tenue luz de luna que ilumina mi miedo.

            La cama es cómoda, el colchón, aunque parece desgastado, aún conserva su forma. Me yazco en él y cuando empieza a vencerme el miedo, escucho como uñas arrastrándose a las paredes. Es suave, pero eso no le quita lo tenebroso.

            —¿Quién anda ahí? —pregunto, con mi sábana como escudo.

            De pronto se escucha que alguien lanza piedras pequeñas contra el cristal, no lo hacen con intención de romperlo, solo con la única intención de hacerme tener miedo. Para más inri, no tengo señal cuando reviso mi celular con ganas de llamar a la policía. ¡Mierda!

            Cuando creo que todo termina, sobre el techo parece que alguien camina, son pasos pesados que hace que las tejas salgan de su lugar, me levanto a prisa y busco algo para defenderme.

            No solo eso, el viento silba y crea consigo una melodía siniestra. Tampoco quería que mi propia historia se convierta en una pesadilla «me digo a mí mismo».

            Lo primero que haré si es que salgo vivo de aquí, es marcharme a la mañana —me aliento.

            En medio de la pesadilla y mi valentía, se me ocurre que la historia puede sufrir un giro para Atenea, no obstante, para ello debo quedarme más aquí, confrontándome con estos entes nocturnos.

            Sin embargo, si quiero que sea un best seller, debo soportarlo, sin importar lo que suceda o lo que pueda suceder, así que me armo de coraje y decido escribir mi segundo libro.

© 2023 Marcos B. Tanis

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

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