Extraños

            —¡Debemos irnos! —avisa uno de los hombres, protegiendo a su familia que, por cierto, no saben cómo responder a este insólito evento .

            Tanto él y su familia, como también otros que estaban con ellos ese momento, huyen de aquel extraño objeto que sobrevuela en el cielo.

            —¿Qué pasa, papá? —pregunta el niño, el mayor de los tres.

            Los otros sollozan al mismo tiempo, su madre busca la manera de apretujarlos contra ella y reza una especie de mantra para que su señor los proteja. En ese ínterin, en que la familia busca refugio. El objeto no identificado estaciona entre dos casas. Acto seguido, la compuerta se abre y desde el interior salen tres sujetos con un traje nunca antes visto. Poseen zapatos lunares, el uniforme pareciera hecho de un material que nunca antes han visto, ni que decir ese objeto circular que cubre parte del cráneo.

            Además, actúan guiados por un líder, este tiene un arma en las manos, los demás también lo poseen, pero es mucho más pequeña que la que tiene el que está en frente. El único que le puede hacer frente está allí, estudiando el panorama para poder actuar, no obstante, si se equivoca, su familia podría correr peligro.

            Todos los habitantes se encierran en sus aposentos, oteando entre rendijas o entre los quicios de ventanas o puertas. En una ocasión, el anciano les había comentado que ellos no están solos en el universo y que, en algún momento de la vida, seres de otras galaxias llegarían a su mundo.

            Ese día había llegado.

            Lo más extraño es que parecen amables, pese a las armas que traen consigo.

            Jerk se envalentona y emerge de su escondite. Los hombres lo apuntan y éste hace un gesto que indica que no tiene malas intenciones. No puede ver qué hay tras los visores, los anillos del planeta lo encandilan y no se dejan ver por el haz de luz.

            —No queremos que nos hagan daño —suplica el hombre, su mujer, Alyn, mantiene a sus hijos a salvo a un costado.

            —¡Bajen las armas! —ordena el líder a sus demás compañeros.

            Estos obedecen enseguida y utilizan un intercomunicador, quizá con el piloto de la nave.

            —¿Qué lugar es este? —ahora el hombre bajo aquel uniforme se dirige a Jerk—, hemos salido de nuestra órbita tras haber perdido comunicación con la cabina que monitoreaba nuestra misión —índica, como si este comprendiera sus motivos.

            —Soy Jerk, y este es el planeta Deneb.

            Los hombres que pilotaban aquella nave se miran entre sí, alarmados.

            —Una fuerza extraña nos impulsó hasta esta zona. Soy el capitán Alan Smith y estos son mis compañeros, Martínez y Casco —ambos hombres saludan—, venimos del planeta Tierra.

            Ahora fue Jerk quien se asombra al escuchar aquel extraño nombre. Nadie les había explicado antes qué planeta era y en qué constelación se hallaba. Al mismo tiempo se tranquilizó porque supo que no eran conquistadores.

            Martínez registró en un cuadro fabricado con alta tecnología y lo hizo solo presionando la pantalla. Jerk quiso aproximarse para saber de qué se trataba, pero enseguida se abstuvo porque podría ser una trampa y prefirió evitarlo.

            —No podemos despegar hasta que encontremos combustible —explicó el capitán, luego oteo el horizonte por si había algún vehículo. Se dio cuenta que no existía algo similar y le preocupó no poder regresar.

            —Nuestro planeta no posee este tipo de tecnologías y no sabemos qué es eso que llaman combustible —contestó Jerk.

            Dentro de la nave, la reserva del oxígeno podría durar un año, pero allí en Deneb el tiempo no era el mismo que la tierra. Tampoco el aire que respiraban, aunque sí había una densidad similar.

            Tras la explicación, el capitán supo que la misión, aunque sufrió una trayectoria que los dirigió a tan lejano lugar, supo que había sido exitosa y era el descubrimiento de que había vida extraterrestre. El problema; no podían enviar señales de que los hubo y en ese sentido, la misión fracasó.

            Jerk les ofreció alimento y agua. El planeta Deneb como tenía casi la misma densidad de aire, decidieron quitarse los cascos. Jerk descubrió una figura extraña bajo aquel uniforme y luego salieron de su escondite, Alyn y sus hijos para estudiar a los tres sujetos.

            Se convirtieron en objeto de investigación y recordaron aquella imagen de la tribu cuando vieron por vez primera a hombres de piel blanca. Fue la misma sensación provocada.

            Los tres astronautas vivieron dentro de la nave, un año entero, mientras que, en la Tierra, había pasado ciento ochenta años. Nadie supo de ellos nunca más y la comunicación se perdió para siempre.

            El planeta Deneb regresó a la normalidad y la nave se convirtió en un monumento, donde todos podían ingresar y descubrir su interior.

©2023 Marcos B. Tanis.

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

4 comentarios sobre “Extraños

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