Loco

Oculto en medio de una multitud, deambulo en busca de algo que dé color a esta miserable existencia. Muchas veces han esquivado a este zarrapastroso ser que inquieta con su sola presencia; uniformado con sombreros de todo tipo, prendas de vestir a la moda de los más consumados dementes y los pies impregnados de moho.

            Veo rostros conocidos, a veces sonríen, a veces asquean con gestos, mientras yo, imperturbable sigo mis pasos al son del reloj que no se detiene. Esta sensación de abandono ocurre durante el día, sin embargo, por las noches ocurre algo extraño, no sé quién es ni en qué momento ha aparecido.

            Me repite en susurros que dios no existe y que, si hiciera algo por él (la voz que me habla), mi vida cambiará por completo. Nunca le he seguido el juego para no satisfacer sus necesidades de engañar, aunque a veces dudo de que fuera yo mismo el que habla con mi otro yo, asimismo, percibo una presencia siniestra y sospecho quién puede ser.

            —¿Aún sigues creyendo que tu vida vale?

            —¡Déjame!

            —Sabes que si aceptas este pacto conmigo, todo puede mejorar para ti.

            Me tienta a que lo haga, hasta me convenzo que, haciéndolo, olvidaré lo que me llevó a deambular como si en verdad pareciera que esté loco.

            Me golpeo con suavidad las sienes para no escuchar su voz, a continuación, enciendo mi tabaco, luego le doy un trago largo a mi bebida para disipar cualquier duda sobre su existencia y me emancipo en mis dilatados sueños.

            Siento que mientras me duermo, mi cuerpo se contorsiona, se apretuja a sí mismo como si estuviera en una fase de posesión. Hasta creo que es verdad cuando al despertar encuentro mi cama llena de baba espumosa y vómitos que se impregnan con su mal sabor. Lo bueno que bajo la intemperie todo es modificable, así que me deshago de mi cama hecha de cartón y me fabrico otra para la siguiente noche.

            Esta mañana, cuando paso al lado de un perro callejero, este aúlla y mete el rabo entre las piernas, ¿qué está sucediéndole?, ¿acaso me tiene miedo? —me pregunto mientras sigo caminando.

            Veo mi desaliñado cabello por el reflejo del vidrio de uno de los negocios lujosos de la zona. A veces los dueños son amables conmigo y me ofrecen algo de comer, en otras ocasiones me han derramado agua fría para que despejara el lugar. Recuerdo cuando lo hicieron y me pone triste.

            —¿Por qué dejaste que lo hagan? —me pregunta la voz en mi cabeza, como si con ello me incitara a que los odiara.

            Por más que lo intente, no logrará convertirme en uno más de sus esbirros que transforman su amor por odio. Pienso, como si la voz no me escuchara.

            —Claro que lo haré, siempre lo logro, no importa el tiempo que me tome.

            Me dice, en una especie de victoria prematura. Hago que no lo escucho y sigo impertérrito mi destino,

            —Ofréceme tu alma y no sufrirás este don que ÉSE te regaló.

            Noto en la voz que me habla, un frío resentimiento contra su creador, un odio que no cesa y que crece desde hace milenios.

Nadie sabe mi secreto, es una lucha constante del que me es difícil escapar. Tal vez por verme débil, este extraño huésped quiso convencerme a toda costa que él tiene razón. Pero no me dejaré vencer, no importa con qué obstáculos me presente ni con cuántos alter ego platico a diario.

            Pero él no es consciente que su otro yo, es el supuesto indigente que sufre, el verdadero… despierta por las noches.

©2023 Marcos B. Tanis

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

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