Noelia

Noelia pareció ver algo entre los matorrales e hizo que se desviase del camino por un rato. Sus demás compañeros no se habían dado cuenta que ella se separó de la fila y se quedó para buscar a aquel pequeño ser. Ni siquiera se había dado cuenta que todo su grupo se alejó lo suficiente y ella se quedó allí como un náufrago a la deriva.

            Utilizó sus brazos para trinchar los arbustos y buscar a lo que creyó ver cuando decidió apartarse.

            —Sé que estás ahí, sal, no te haré daño —manifestó su deseo, con una inocente calma.

            El cielo era una pizarra azul con pulpas de nubes adornándolo en la lontananza, por ende, el calor se sentía más. Noelia siguió buscando algo, dispersando y aplastando con los pies arbustos y pasto. En ese ínterin vio salir de su madriguera a un apereá y este inofensivo roedor, huyó de aquella intrusa.

            Le pareció tierno su figura de roedor y quiso llevárselo consigo. Pero ahora eran dos las especies que se han ocultado de ella.

            —Por favor, sé lo que vi, sal, no te haré daño —repitió de nuevo.

            Sin opciones ni recursos, decidió volver por el camino que dejaron sus demás compañeros de curso y sin otro prolegómeno, Noelia empezó a retroceder.

            Sin embargo, mientras se dirigía hacia su destino, oyó una voz sibilante llamándola.

            —¡Chis!, ¡aquí estoy!

            La niña volvió a girar sobre sí misma y su ilusión de encontrarla se hizo realidad allí, bajo el cielo como único testigo. Era una pequeña hada. Enseguida dibujó una sonrisa y elevó el brazo, a continuación, abrió la palma de su mano y como si los gestos eran más que suficientes, aquel pequeño ser fantástico se posó sobre su palma.

            —¿Eres lo que pienso que eres? —preguntó, aún sorprendida por lo que estaba ocurriéndole.

            —Sí, no lo estás imaginando, me llamo Pacholí, ¿tú cómo te llamas? —consultó, después de presentarse.

            —Noelia.

            —Me encanta tu nombre —sus pequeñas alas se posaron sobre su espalda—, mira Noelia, tu profesora y tus compañeros ya están buscándote ahora mismo y cuando regreses quiero que esto se quede entre tú y yo.

            —Pero debo…. —no terminó lo que iba a decir, porque Pacholí la interrumpió.

            —Lo sé, querrás que el mundo entero sepa que somos reales, pero si lo haces, querrán buscarme y tal vez mi reino y mi especie corran peligro a partir de ese momento. Por esa razón quiero que esto sea nuestro secreto y para que sepas que soy real, te concederé un deseo.

            —¿Lo que yo quiera?

            —Lo que tú quieras.

            Noelia cerró los ojos y dirigió sus deseos al espacio. Cuando abrió los párpados luego de unos segundos, el hada ya no estaba. También escuchó los pasos de sus compañeros y su profesora cada vez más cerca.

            —¡Noelia!, ¡por qué te has separado del grupo!, ¡nos diste un tremendo susto! —recriminó su profesora.

            —Lo siento, me desorienté un poco y solo me senté a descansar.

            Luego, miró su palma para hallar algo que dictaminase que todo lo que vivió, sí era real. Dibujó otra sonrisa al ver aún un poco de polvo mágico impregnado en él.

            Todo el camino de regreso se pasó sonriendo sola, sus compañeros la miraban y querían saber qué le pasaba. Pero el pacto ya estaba hecho y su silencio era el símbolo.

            El sudor, la atmósfera, el gel al lavarse las manos, todo hizo que el polvo mágico se disipara y así el deseo que pidió.

Con la ilusión intacta, llegó a casa, abrió la puerta de la entrada y allí vio a su padre. Sentado en el sofá, mientras que su madre la abrazó con ternura cuando Noelia llegó.

            Una lágrima cayó al vacío, luego Noelia sonrió cuando corrió hacia el regazo de su padre.

©2023 Marcos B. Tanis.

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

4 comentarios sobre “Noelia

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