Melodías

Es difícil creer que a esta edad uno vuelva a sentir cosquilleos en la panza, que sonría en las noches por un mensaje que hubo en la mañana o que tararee una canción mientras se ducha. Imaginé que a los sesenta años el amor… caducó o, mejor dicho, se olvidó de mí. Sin embargo, hoy me veo de nuevo en esta situación después de un largo tiempo.

            Me casé en dos ocasiones y nos juramos amor eterno entre nosotros. No negaré que aún guardo esas fotografías en algún rincón de mi casa y los almaceno en mi memoria como un grato recuerdo. También sé que cada quién voló libre tras haber comprendido que no podemos aferrarnos a algo que empezó a deshilacharse. Entendí que el amor dura mientras se es feliz; en ese sentido, no sé si se ama el momento o el tiempo y, aunque pareciera que es lo mismo, ambos tienen otro significado.

            Pero no hablaré de lo que dejé atrás, sino de lo que me espera con la mujer que de nuevo dibujó en mí la sonrisa de un amor que hoy renace. De ojos que imaginan lo incognoscible, de tactos que merodean lo prohibido, de sentimientos que perduran en lo infinito.

            Me figuro en que tú piensas lo mismo que yo, porque cuando ya no nos vemos, hay algo que aún permanece.

    Tu pelo ya ha sido teñido por el destino, los pliegues del pasado se han impregnados en tu piel, sin embargo, nada impide que vea lo hermosa que sigues siendo para el mundo.

            ¿También tiemblas cuando me acerco a ti?, a veces me siento afortunado que la simpleza de un tacto o de un beso de ojos cerrados, provoquen estos movimientos sísmicos de un sentimiento verdadero.

            En simples palabras y para simplificar lo que siento:

    Eres el compás de un encuentro.

    La música de mi risa.

    La mímica de un recuerdo.

            La melodía de un nuevo amor.

©2024 Marcos B. Tanis.