Anciano

Globos con los colores de mi club, fotografías en banderines, un arreglo floral en la entrada y manteles blancos sobre mesas; dan la bienvenida a mi fiesta de cumpleaños.

En mi letargo, tejo el lienzo de un instante, para rememorar el pasado, cuando correteaba como lo hace mi nieto con su avión levantando el vuelo con las manos o, cuando besaba a mi mujer con esa llama que no se extingue, como ahora lo hace mi hijo a su bella esposa. Me agrada verlo de esa forma, gentil con sus gestos, con esa mirada que demuestra que ama de verdad, también contemplo a mi hija, por como tiende a proteger a mi nieto mirándole de reojo mientras platica con los otros presentes.

    Hay una miríada de alimentos dispuestos en la mesa: sopa paraguaya, distintas carnes asadas, ensaladas por doquier, pan en rodajas y un lugar vacío que significaba demasiado para mí… para ella.

            La recuerdo tanto a ella, mi chica, la que me acompañó por casi un siglo y que partió sintiendo que ha cumplido con su rol en la Tierra, sabiendo que lo entregó todo y que le faltó aún más. Ella, quizá está fisgoneando desde algún rincón del cielo, con su sonrisa angelical y su rostro de terciopelo, aquella imagen que perdura y no se desvanece. Extraño cuando nos sentábamos bajo el frondoso árbol y disfrutábamos el matecito caliente, mientras comentábamos una y otra vez la misma anécdota.

            Me veo a mí mismo sentado aquí, recordado y olvidado al mismo tiempo. Porque el agasajo por mi cumpleaños noventa y dos será solo hoy, mañana todo volverá a la normalidad y lo más triste de todo esto es que…ya no veré esta multitud de sonrisas dibujándose, de voces infantiles creando melodías o el murmullo de los secretos en complicidad. Mañana estaré observando desde mi ventana como el cielo se hace más pequeño y la habitación gigante.

            Tal vez el tiempo es injusto conmigo, porque me ata a su antojo y así, en este estado, uno ya no disfruta de la vida, solo ve lo que otros lo hacen y esa sonrisa que provoca al verlos sonreír, barniza una triste realidad que me persigue y es, el apogeo de mi existencia.

            No puedo negar que disfruté al máximo lo que me ha tocado en la vida, como regalo he dejado un buen mensaje y heredé el cariño que veo reflejado en esta reunión.

            De repente recibo aplausos de todos lados cuando culmina la canción de cumpleaños, mis hijos me abrazan, me besan, siento tu presencia, luego recortamos una nueva fotografía para impregnar en un nuevo álbum.

            Porque, al fin y al cabo, todos nos convertimos en recuerdos.

©2024 Marcos B. Tanis

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

4 comentarios sobre “Anciano

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar