A veces los sueños no se cumplen

Porque, si no en estos momentos estaría traspasando la estratósfera, muy cerca de las estrellas, con mi cohete de propulsión a chorro y mi traje de astronauta o, tal vez estaría con mi uniforme de policía, con dos armas a ambos costados, con mi chaleco antibalas y mi compañero con quien compartiríamos donuts mientras hacemos justicia.

            A veces cambiaba de sueño porque nacían otros tras pláticas vespertinas con mis amigos. Soñaba con conquistar una copa mundial ante miles de espectadores, quienes se pasaban coreando mi nombre y haciendo vítores por la hazaña de haberlo conseguido. También en ocasiones después de ver un episodio nuevo de los Caballeros del zodiaco, practicaba mis poderes y creaba armaduras de cartón. Con mis amigos disfrutábamos cada locura que surgía fuera de esta tecnología actual y reíamos a carcajadas en cada encuentro. También para enviar cartas necesitábamos de cómplices, caminábamos horas para conocer un nuevo parque y retábamos a otros niños para valernos de nuestra hombría.

            Luego crecimos, cada uno empezó a soñar algo nuevo, José jugó un par de compromisos en la liga de nuestra ciudad, después se dio cuenta que no funcionaría y decidió tantear por la natación y creo que le fue bien, Beto en cambio quería ser doctor y cuando creció lo único que pudo hacer es trabajar en una fábrica de productos alimenticios. Fue padre a temprana edad y quizá con esa excusa todo se deterioró. Lito sí se acercó mucho a lo que quería hacer cuando grande y era ser un conocido presentador de noticias del canal más importante de Paraguay, no obstante, él se convirtió en camarógrafo y seguía muy de cerca las novedades y yo… además de los miles de sueños que tuve, entre ellos: ser abogado, maestro, veterinario y hasta francotirador…hoy solo soy lo que me obligaron a ser, arquitecto.

            Mi padre lo fue y se enorgullecía porque nos ha sacado adelante con su profesión, quizá eso motivó a que mi madre se convenciera y, por ende, me convenciera a mí de seguir algo que no quise. Puede que a la larga me dio buenos frutos y ahora puedo disfrutar de una vida digna, pero siento que no es lo mío y no me hace feliz como querría que me hiciera sentir lo que quise cuando era apenas un crío.

            Pero también hay sueños que no soñamos y que nos aferramos a él como si lo hemos hecho desde siempre. Como, por ejemplo, tú.

            Es algo bello cuando te veo junto a mí, cuando nos sentamos a beber un café o cuando nos besamos para terminar luego juntitos en la cama. Siempre nos miramos como si no creyéramos que estamos compartiendo el mismo sofá o paseamos al perro por las mañanas. Incluso hemos bromeado tantas veces que lo nuestro solo es la parábola de una incertidumbre y que nos encontramos sin buscarnos.

            Puede que no condiga lo que queríamos de niños y todo es contrario ahora cuando hemos crecido, pero de algo estoy muy seguro, soñar a cualquier edad te transporta y te aleja de cualquier pesadilla.

©2024 Marcos B. Tanis

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar