Un océano nos separa

Buen día —me susurras al oído y me despiertas de este trance onírico, luego de amanecer en tu cama. Tu rostro sin maquillaje me deslumbra y te acaricio para saber si todo lo que sucedió es real. Me sonríes como si también te gusta lo que ves o no sé si es por lo que recibes de mí, es extraño que, aunque permanezcamos desnudos, nos avergüenza un poco seguir estándolos.

            Sin embargo, este deseo inefable, nos aprisiona, nos envuelve y nos sugiere que sigamos despiertos antes de que cada uno parta hacia su propio destino.

            El agridulce sabor de tus labios al despuntar el alba; se impregna con los míos y forma esa ambrosía que endulza, que alimenta, que nos satisface. Tras esto, inicio el recorrido que me perdí en la oscuridad, ¿porque sabes qué? con la luz del día tengo mejor panorama para recorrer tus lunares, esa cicatriz en el vientre, esas pecas entre la clavícula y tus senos.

            Admiro tu beldad, tus imperfecciones me parecen perfectas y absorbo tu néctar mientras me hundo en tu concavidad. Gimes y tu voz es como un bálsamo a mis oídos, a continuación, me acaricias la espalda y dejas que me pose en ti.

            —Hazme tuya —murmuras, como si alguien nos puede escuchar.

            Voy sin premura, como si intentase detener el tiempo para que esto no acabe pronto. No obstante, el calor de nuestros sexos es cómplice de nuestras urgencias y me veo en la necesidad de actuar contrario a lo que deseo.

            Cierras los ojos, extasiada, mientras vacío mi simiente, tras esto me acuno en tu silueta y me besas son suavidad, como si fuera la prognosis de un final.

            —Fue en viaje largo… pero que valió la pena —le digo.

            —Después me toca a mí visitarte —me hace un guiño.

            Me gusta la idea, quizá la ausencia haga que nos mantengamos más unidos, hasta podría decir que esta primera cita es un síntoma de que el amor es práctico a distancia e inexorable en la proximidad.

            No obstante, una vez que esto finalice, a miles de kilómetros, en otro continente, solo me quedará escuchar tu voz en un mensaje de texto o una llamada.

            Solo espero que la ausencia no se convierta en olvido y el recuerdo de un amor que pudo funcionar.

© 2022 Marcos B. Tanis.

Publicado por Marcos B. Tanis

De profesión analista, docente y magíster en auditoría en informática, amante de la lectura y ahora escritor. Tengo mis primeras novelas publicadas tituladas: Fragilidades del alma y Aquello que menos esperas I y II, además varios apresurados por salir de la oscuridad.

8 comentarios sobre “Un océano nos separa

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar