Molde de barro

20 de marzo de 1938 Vi a muchas personas desnudas, ancianos, jóvenes, niños sonriendo en los brazos de sus respectivas madres. Nadie se avergonzaba o quizá sí, nunca lo sabré, sin embargo, ellos y yo, debíamos mutilar cualquier humillación.             Reconocí mi reflejo sobre un charco que quedó de la lluvia anterior, estaba hecho un

Hubiese sido mejor

Pensé que ella se había convertido en un cascarón de piel, que la habían vaciado de sentimientos y al mismo tiempo, que aún le queda mucho por enseñarlos.             ¿Quién eres ahora?, ¿en qué te han convertido, amiga mía? —me pregunto mientras te observo en silencio.             No solo yo la noto esquiva, es como

Hombre y pez

Érase una vez, en una tierra lejana, vivía un pescador llamado Aníbal y que vivía junto al mar. Aníbal era un hombre trabajador que pasaba la mayor parte de sus días pescando en el mar para ganarse la vida. Un día, mientras estaba pescando, atrapó un pez de aspecto extraño; que tenía la cabeza de

Infidelidad

Gestos te delatan. El fingido orgasmo tras el sexo, hasta la falsa condescendencia abrió el abanico de este incipiente desamor que me aguardaba.             Supongo que para ti es fácil mantener la distancia y sonreír ante esta enmascarada penitencia, no obstante, para mí esto es como deshojar páginas del tiempo.             Mira, no quise hacerlo

El evangelista

Mientras aguardaba el autobús con destino a casa, me detuve al instante cuando oí que un evangelista predicaba. Tenía un parlante a cuestas, con un micrófono con el capuchón gastado, quizá eso no le importaba, sino el mensaje en sus metáforas.                  Admiraba que todo lo que decía, lo decía con tanta convicción que, hasta

La psicóloga

Pensó que sería su última cita, tras la sesión con la señora Rosa, ya iban por dos meses de terapia que, parecía no funcionar, luego de que esta haya roto el estereotipo de la paciente arrepentida. Hoy, Rosa esbozó varias sonrisas en silencio y de vez en cuando desviaba la vista hacia el horizonte de

El amuleto

Hace unos años, mientras deambulaba por las calles de Asunción, me topé sin querer con una tienda de antigüedades, este negocio tenía las paredes despintadas y los cristales en medio del camino entre la humedad del olvido y el anhelo en ser visitado. Sin embargo, a mí no importó en qué condiciones se hallaba, sino

Sonidos de la guerra

Súplicas de soldados abatidos en este duelo inefable, llantos de moribundos que, con miedo en los ojos ya son conscientes de su desenlace, ríos de sangre que confluyen con los cuerpos que yacen sobre pilas de un aroma a prematura muerte. Sobre aquel campo inerme las balas caen por doquier y se incrustran en los

El detalle de lo que desconocemos.

Tomé mi caña de pescar, a continuación, me coloqué un sombrero y me dispuse a caminar hacia la orilla del río, me habían dicho que allí donde iba era un lugar estratégico, entonces, ¿por qué no tomar como recomendación lo que dijo un experto en el ramo? Llevé botas que, por cierto, enseguida se untaron

Antes que sea tarde

Patas de gallo alrededor de mis ojos, canas que pintan mi negro pelo, orejas y nariz más grandes que antes, todo esto anuncia que estoy en el ocaso de mi vida y yo perdiéndome en el laberinto de mi pasado. Fotografías sepias colgadas en la pared, álbumes olvidados en un rincón. Monotonía imperfecta de una